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Sus pasos anduvieron siempre el camino de la paz. Con tan sólo cinco años fue considerado la encarnación del Buda de la Compasión y supo cuál sería su destino: el pequeño Tenzin Gyatso sería el Dalai Lama. Aceptó la responsabilidad y siguió adelante. En 1989, tras una larga lucha por la independencia y libertad de los suyos, el Premio Nobel de la Paz sellaba sus esfuerzos y el Dalai Lama reafirmaba sus principios: "La paz empieza dentro de cada uno".
elmundo.es 30/01/09
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