A las 11.00, un grupo irrumpirá en la Plaza Mayor. Vestidos de negro, sujetando paraguas y regalando versos a través de un tubo de 1,80 metros de largo. El objetivo: ralentizar el tiempo.
"Queremos reinyectar la palabra en los lugares cotidianos, en los distintos puntos de las ciudades donde la gente se apresura, sin tiempo para fijarse en lo que pasa a su alrededor. Es un intento de desaceleración del mundo", explica el director artístico de la compañía, Olivier Comte.
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